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Los adultos mayores sufren de trastornos neuropsiquiátricos al igual que las personas más jóvenes y en la mayoría de los casos no es consecuencia del envejecimiento. Estudios realizados plantean que más de un 20% de las personas que pasan de los 60 años de edad sufren algún trastorno mental y estos representan el 6,6% de la discapacidad en este grupo etario. 

Muchos inician un cuadro psicótico después de los 60 años: depresión, síntomas psicóticos, trastornos bipolares y esquizoafectivos. La demencia y la depresión son los trastornos neuropsiquiátricos más comunes en ese grupo de edad. 
Los trastornos de ansiedad afectan al 3,8%, los problemas por abuso de sustancias psicotrópicas el 1 % y alrededor de la cuarta parte de las muertes por daños autoinfligidos corresponden a personas de 60 años de edad o mayores. A pesar de estas cifras los trastornos mentales  en este grupo etario están subvalorados, infradiagnosticados o subtratados, además de los estigmas que existen en la población alrededor de las personas que sufren este tipo de trastornos y que dificultan la búsqueda de ayuda. 
 
Existe una relación bidireccional entre salud mental y física, por ejemplo: diversos trastornos gastrointestinales:  colon irritable, colitis espástica, gastritis, diarrea, estreñimiento, tienen un componente psicógeno. Los trastornos auditivos o visuales pueden dar lugar a ideas delirantes. De la misma manera que una depresión puede interferir con la decisión de ingerir los medicamentos para enfermedades crónicas.
Es necesario prestar atención a estos trastornos neuropsiquiátricos durante el confinamiento por coronavirus ya que podría debutar o exacerbarse. Un ejemplo es el  delirium, frecuente en las personas mayores con vulnerabilidad cerebral, puede producir síntomas psicóticos graves de difícil manejo en el entorno del ingreso hospitalario por descompensación clínica aguda.

Factores de riesgo
Numerosos factores de riesgo determinan la salud mental de los adultos mayores:
A. Físicos: herencia genètica, sexo femenino, problemas neuropsicológicos relacionados con los lóbulos frontal y temporal, déficit sensorial sobre todo auditivo, dependencia, discapacidad, enfermedades crónicas, comorbilidad, polifarmacia, consumo de sustancias psicotrópicas o tóxicos.
B. Psicológicos: maltrato sobre todo psicológico, estrés, personalidad premórbida paranoide y esquizoide.
C. Socioeconómicos: soledad, duelo, aislamiento, exposición a riesgos ambientales, alimentación, bajos ingresos después de la jubilación.
D. Dificultan el diagnóstico o la prevención durante la pandemia:
Hospitalización, aislamiento, dificultades para la estimulación sensorial, incapacidad para la comunicación y reorientación de la realidad, incapacidad para mitigar el estrés emocional, ausencia de cuidadores: aumenta la incidencia de agitación psicomotriz, agresividad o psicosis.

Manejo:
En un consenso realizado por la Sociedad Española de Geriatría, conjuntamente a otras sociedades como la de Psicogeriatría, recomiendan y exigen empezar por un abordaje no farmacológico, preventivo y de identificación de síndromes geriátricos infradiagnosticados que pudieran ser causa de los síntomas psicóticos. Los autores consideran la necesidad de valorar la situación de aislamiento, escasez de personal y tiempo. Considerar la posibilidad que durante el ingreso hospitalario se pueden reactivar síntomas psicóticos previamente compensados, o existir situaciones de delirium o delirium sobreañadido a demencia que exigen frecuentemente el uso de medicamentos.

Los tratamientos utilizados en la situación actual (lopinavir/ritonavir, hidroxicloroquina/cloroquina, tocilizumab o remdesivir) pueden interferir con la medicación que utilizan estos pacientes para el control de trastornos psicóticos diagnósticados previamente o que debutan durante la estancia hospitalaria o la enfermedad aguda.

Algunas publicaciones señalan algunos tratamientos con haloperidol, risperidona y quetiapina, fármacos habitualmente utilizados para estos trastornos, están contraindicados en pacientes en los que se están utilizando lopinavir/ritonavir y/o hidroxicloroquina/cloroquina para el COVID-19.

En pacientes en tratamiento con cualquiera de los terapias utilizadas actualmente para el manejo de COVID-19, los fármacos antipsicóticos recomendados como opción preferente serían olanzapina, y aripiprazol. Otros psicofármacos a utilizar de forma preferente (según el cuadro clínico que presente el paciente) serían:  lamotrigina, topiramato, duloxetina, lorazepam o lormetazepam (con vigilancia de la insuficiencia respiratoria), trazodona (excepto en el caso de que el paciente esté en tratamiento con cloroquina; en este caso se considera interacción de alto riesgo por aumento moderado del intervalo QT con posibilidad de producir arritmias potencialmente fatales), gabapentina, y  pregabalina.

Enlaces de interés:

Manejo farmacológico de trastornos psicóticos en personas mayores con tratamiento de la infección por COVID19: interacciones y recomendaciones terapéuticas.

Información sobre el Coronavirus COVID-19: Aspectos en población específica.

La salud mental y los adultos mayores.